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Mejora tus habilidades profesionales a través de la meditación


¿Alguna vez has perdido el control en una reunión de trabajo, no has sido capaz de controlar los nervios en una presentación, o sientes que has perdido una negociación porque no has sido capaz de transmitir bien tus condiciones?


Entonces te interesa mejorar cualquiera de estas habilidades:

  • Tu capacidad de negociar.

  • Tu capacidad de liderazgo e influencia.

  • Tu capacidad de gestionar el estrés.

  • Tu capacidad de comunicación.

  • Tu productividad.

  • Tu capacidad de gestionar las críticas constructivas.

  • Tu capacidad de saber cómo eres y qué quieres.


Para ello, ¡EMPIEZA A MEDITAR!


Me gusta mucho usar herramientas o técnicas empleadas a nivel profesional para mi desarrollo personal, pero también al contrario.


Durante un tiempo, en el proceso de introducir la meditación en Occidente debido a su origen en la antigua India, impulsado principalmente por el Budismo, se ha relacionado la meditación únicamente con la espiritualidad y la conexión trascendental, lo cual alejó a muchas personas de esta técnica.


Con el tiempo, se ha ido entendiendo y explicando mejor la profundidad que tiene la práctica de la meditación.


¿Qué transferencia tiene la meditación con la mejora de las habilidades descritas al inicio?


El desempeño de todas esas habilidades depende de la reacción que tengas en el momento de enfrentarte a esas situaciones.


La “magia” surge cuando, a través de la práctica de la meditación, somos capaces de controlar mejor nuestra reacción y nuestras emociones, porque en el entrenamiento de meditación hemos practicado nuestra capacidad para identificar nuestro comportamiento, nuestros pensamientos, nuestras sensaciones, lo que nos lleva a reconocer si nos estamos alterando, perdiendo el tiempo o comunicándonos de forma efectiva.


Las habilidades blandas marcan la diferencia


Para los profesionales y emprendedores, nuestras habilidades sociales, emocionales e intelectuales son nuestras herramientas de trabajo con las que tenemos la capacidad de crear y aportar valor a la sociedad.


Al igual que un deportista, cuyo cuerpo es su herramienta de trabajo y entrena para sacar el máximo rendimiento, estas capacidades pueden mejorarse a través de entrenar nuestro cerebro.


Para mí, la meditación es para la mente el equivalente a lo que es para el cuerpo ir al gimnasio o entrenar tu deporte favorito.


Y como en cualquier deporte, hay 3 cosas imprescindibles para obtener resultados:


La primera, seguir un entrenamiento adecuado con una buena técnica.


De forma muy resumida, existen diferentes técnicas de meditación, como por ejemplo:

  • A través de enfocarse en la respiración.

  • Enfocado en la visión profunda y la observación atenta de las sensaciones físicas del cuerpo.

  • La repetición de mantras (frases o sonidos repetidos).


La segunda, entender la finalidad.


Muchas personas creen que meditar consiste en “dejar la mente en blanco” y, como no entienden bien en qué consiste o no han tenido una buena guía en sus primeros contactos, acaban pensando “eso no es para mí” o “yo no soy capaz”.

Procesamos de media unos 60.000 pensamientos al día, y cuando nos ponemos a meditar, es inevitable que nuestra mente esté inundada de ideas y pensamientos.

Elige la técnica con la que te sientas más cómodo o prueba todas ellas.

Hay multitud de meditaciones guiadas en Internet.


Por ejemplo, si has elegido una meditación enfocada en la respiración, empieza sintiendo cómo el aire entra por tu nariz, llega a tus pulmones, cómo se hincha el pecho y después cómo vuelve a salir por la nariz.


En algún momento te darás cuenta de que estás pensando en cualquier otra cosa.

Todo lo que tienes que hacer es decir la palabra mágica “vuelve” e iniciar de nuevo el proceso.


Y aquí está la clave: No importa cuántas veces tu mente se aleje de la meditación, lo importante es cuántas veces identificas que tu mente se ha ido.


Y la tercera, constancia.


Al principio, no seremos capaces de controlar o cambiar la reacción, pero seremos capaces de identificarla y reconocerla, lo que nos ayudará a analizar la situación, descubrir cuál fue el desencadenante y aprender cómo gestionarlo mejor la próxima vez.


La buena noticia es que puedes practicar desde solo 5 minutos al día. Por ejemplo:

  • Hacer una trenza sintiendo los pelos enredados entre tus dedos es meditar.

  • Esperar un semáforo en rojo observando tu alrededor, la luz del sol, en vez de estar ansioso por que se ponga en verde, es meditar.



En resumen, como se muestra en la película de Star Wars: Episodio I: La amenaza fantasma: “cuando aprendas a aquietar tu mente, serás capaz de escuchar y controlar ‘la Fuerza’”.


Dialogo Star Wars episodio I

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