En las empresas lo común es encontrarse con alguno de estos estilos de liderazgo a la hora de gestionar los equipos:
Liderazgo autoritario: Se caracteriza por un control estricto y decisiones unilaterales. Este estilo puede ser efectivo en situaciones de crisis donde se necesita una acción rápida, pero puede generar resentimiento y falta de motivación a largo plazo.
Liderazgo democrático: Este enfoque involucra a los miembros del equipo en el proceso de toma de decisiones. Los líderes democráticos valoran la opinión de su equipo y fomentan la participación activa. Este estilo puede aumentar la motivación y la creatividad, pero puede ser ineficiente en situaciones donde se necesita una acción rápida.
Liderazgo permisivo: Los líderes permisivos suelen utilizan su personalidad y encanto para inspirar y motivar a su equipo. Además, suele se común con personas que permiten que los miembros del equipo tomen sus propias decisiones y trabajen con mínima supervisión. Este estilo puede generar un alto nivel de entusiasmo y lealtad, pero puede llevar a la falta de dirección y cohesión si no se gestiona adecuadamente.
Liderazgo transaccional: Este estilo se basa en un sistema de recompensas y castigos para motivar a los miembros del equipo. Los líderes transaccionales establecen metas claras y recompensan a los empleados por cumplirlas, pero pueden no fomentar la creatividad ni el desarrollo personal.
El problema de estos estilos de liderazgo, como puedes observar, es que ninguno es efectivo en el largo plazo.
La presión positiva o “Amor duro” (puedes leer más sobre esto aqui), es un estilo de liderazgo que bien aplicado es capaz de resolver el problema que a largo plazo presentan las demás alternativas.
Discutir (si sabes cómo) es sano.
Muchas personas (incluido mi yo en el pasado), creen que si hay fricción entre las personas es un síntoma negativo y tratamos de evitarlo por todos los medios. Si además tu personalidad tiende a no gustarle los conflictos e intentar evitarlos a toda costa, entonces, el trabajo a realizar mentalmente será mucho más grande.

Al principio, este estilo de liderazgo puede provocar mucha frustración ya que, inevitablemente, fomentar las discusiones provocará que hayan fricciones entre las personas de un equipo. Pero, cuando esto ocurra no huyas, no recules.
Es necesario que las personas comprendan que la fricción lleva al crecimiento, es saludable, estimula la creatividad y el aprendizaje. Dedicarle tiempo a que las personas entiendan el porqué detrás de las cosas es lo que a mí mejor me ha funcionado para que todas las personas estemos en el mismo barco.
Un elección cultural y de mentalidad.
Cultivar una cultura y unos principios es difícil, requiere tiempo y dedicación. Piensa que cada persona viene de una historia personal, una personalidad, un contexto y unas creencias diferentes.
Quizá muchas de las empresas que tienen problemas para retener el talento viene derivado de su estilo de liderazgo, sus principios y sus valores.
Ser un buen líder
Ser un buen líder (y digo bueno de verdad) es muy difícil.
Más de uno o dos compañeros y además, grandes profesionales, me han confesado que es de las cosas más complicados que han tenido que enfrentar en su carrera profesional.
Y no me extraña, si nadie nos ha enseñado a liderarnos ni a nosotros mismos, ¿cómo pretendemos liderar a un grupo de una forma saludable?
Supongo que por este motivo se ve tan poco este estilo de liderazgo en el mundo en general. Requiere primero un trabajo personal y un compromiso con la responsabilidad de ser un modelo a seguir que va más allá de uno mismo.
El auto liderazgo, la autoestima y el desarrollo personal no es el tema de este post, eso lo dejaremos para más adelante, aunque de por sí, todo en ACTIVAR TU GEN ÁGIL tiene este objetivo.
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Aquí te dejo algunos libros dónde encontrar técnicas para afrontar estas situaciones:
Las cinco disfunciones de un equipo
Conversaciones difíciles, como hablar de los asuntos importantes
Discutir es sano (si sabes cómo)